Comienza con tu identidad de marca. ¿Por qué existe tu empresa? Esto revelará tu propósito principal. Podrás acudir a esto cuando los tiempos sean difíciles. A continuación, anota tus valores. ¿Con qué principios estás trabajando? Luego pregúntate: ¿qué problema resuelves? ¿y cómo lo resolverás? Eso revelará tu misión. Finalmente, ¿cómo visualizas el futuro de tu empresa? ¿Qué estará logrando entonces? ¿Por qué se la conocerá? Esas preguntas deberían revelar tu visión. Una vez que tu personalidad de marca comienza a formarse, puedes averiguar qué historia quieres contar. Recuerda. La historia es sobre ellos, no sobre ti. Haz que tu público sea el héroe, cuenta una gran historia y tu marca se mantendrá en su recuerdo.

Al crear una encuesta de atributos de marca podrás adquirir todos estos datos.

Una marca es lo que otros piensan de ti, no lo que piensas de ti mismo o incluso lo que te gustaría que los demás pensasen de ti. Una marca no es lo que hace la empresa, sino más bien lo que tu mercado piensa de ti. Por tanto, tu estrategia debe comenzar por preguntar: ‘¿Cómo deseo que los demás me perciban?’ Incluso si no puedes controlar cómo piensan los demás de ti, tu objetivo es influir en su forma de pensar. Comienza por ejemplo con las características y atributos del producto. ¿Hiciste algo notable? ¿Qué le importa más a tu audiencia? ¿Qué progreso está tratando de hacer usando tu producto? Luego, cuenta la historia de cómo triunfa tu audiencia una y otra vez.

Los seres humanos son criaturas narradoras de historias. Gravitamos hacia historias memorables, especialmente cuando nos sentimos involucrados en ellas. Tu producto o servicio desempeña un papel en la vida de alguien, pero tú influyes en la importancia de ese papel según la historia que cuentas: esa historia se convierte en tu marca. Nike vende zapatos, una mercancía según muchos estándares. Pero la historia que cuentan convierte esa mercancía en una marca. Recuerda esto: los zapatos se marchitan y mueren, pero una historia sigue viva. Tu marca es tan buena como la historia que cuentas. Y la historia que cuentas es tan buena como el producto que vendes. Entonces, pregúntales a las personas qué piensan: envía un cuestionario.

Tu mercado decide si eres digno de una marca o si solo eres otro producto que usarán hasta que surja algo mejor. Tu trabajo es enfocarte en el posicionamiento mediante encuestas. Puedes posicionar tu producto de tal manera que le brinde el máximo valor a tu mercado. Esto incluye la historia que cuentas, tu logotipo, lo bien que desarrollas la lista de atributos del producto o servicio, y cuánto ayudas a los clientes a alcanzar sus objetivos. Cuanto mejor hagas esto, más te diferencies de tu competencia y más coherente seas, más probablemente pasarás de ser a los ojos de tu cliente ‘solo otro producto que uso’ a ser una marca de confianza.